Una tercera parte de nuestra vida la pasamos en un colchón
Una tercera parte de nuestra vida —laboral— la dedicamos al trabajo. Nos puede gustar más o menos pero es el plan para que las otras dos terceras partes estén equilibradas y todo esté más o menos en su sitio. En teoría es la parte menos amable de la vida, pero luego la vida le da la vuelta y empiezan a encajar las piezas con proyectos que nos hacen crecer profesionalmente, con un inmejorable clima laboral o con compañeros de trabajo que se quedan en nuestra vida como amigos para siempre.
De las dos partes restantes —se supone que mejores porque no se trabaja y cuando no trabajamos hacemos planes que nos gustan— una de ellas la dedicamos a la familia, a cocinar, a los amigos, a tomar refrescos, a tomar el aire, a leer el Marca, a buscar a esa persona con la que quieres estar el resto de tu vida, a ver fútbol, a escribir en grupos de WhatsApp, a tuitear, a ser mejores personas…
A viajar, a hacer deporte, a pagar impuestos, a escuchar música, a ir a conciertos, a crear perfiles en redes sociales, a ver stories en Instagram, a ver reels en Instagram, a elegir una película en Netflix, a elegir una serie en Netflix, a elegir otra plataforma en streaming que no sea Netflix, a amistad y lo que surja y a todo lo que hacemos en esta vida que no sea trabajar o dormir. Dormir: la tercera parte.
Y es que una tercera parte de nuestra vida la pasamos en un colchón, es decir, la dedicamos a vivir durmiendo. Pasamos 2.900 horas al año en un colchón, que se dice pronto. Dormir es tan importante como todas las cosas que nos gustan juntas; por eso es fundamental poner en perspectiva el descanso y cuidarnos más y querernos mejor. Y por eso KHAMA existe.